Cuando las Puertas se Abren-Parte
II
(Cómo Lograr Pintar un Espacio
Interior-Parte II).
Concluí la pintura en acuarela de aquel
espacio interior de puertas abiertas, que ya les había compartido. La última etapa del
trabajo fue precisamente la que le dio carácter y personalidad a la obra. Las paredes y sus efectos de luz y sombra
fueron el escenario que se tuvo que construir con acuarela, pero la sensación
de la madera y demás detalles en pisos, fueron los principales personajes de
esta obra de arte. Les comparto lo que aprendí al pintarlos.
Pintar en acuarela, como con cualquier otra
técnica, y lograr el efecto de un material, requiere comprender las
características de ese material. Con
esto no sólo me refiero a lo más básico como colores, tonos, formas que
componen una textura; también incluye cómo un
material se forma o dependiendo del caso, cómo un material logra su acabado
final. Por
ejemplo, sería de gran utilidad entender o saber un poco sobre la formación de
piedras naturales para aprovechar que al momento de pintar, no estamos tratando
de lograr un aspecto porque sí, sino que responde a una identidad particular
que se compone de ciertas líneas, en determinadas o varias direcciones, en
medio de ciertas otras formas o colores. Un ejemplo muy sencillo, piensen en
una piedra como la turquesa, con un color vibrante, pero con vetas y variantes
en sus tonos que la hacen una piedra, no un cuerpo de un solo color
uniforme. Para
el caso de la madera de las puertas, que tenía que lograr en acuarela, me
ubiqué en el proceso natural de trabajo de un ebanista. El ebanista toma la puerta en crudo, y va
aplicando poco a poco tonalidades de tintes, el cual luego a su vez va
retirando para formar las vetas y los efectos de texturas.
Este mismo proceso es el que realicé, pero remplazando
lo que sería un barniz convencional, por la acuarela. Empecé para cada puerta, con una base suave,
según la tonalidad de la misma, ya que la imagen original del espacio interior
indicaba que habían puertas en tono oscuro, mientras otras poseían tonalidades
más hacia lo caoba, con algunas notas rojizas. Luego de una base suave de
color, cual aplicaría un ebanista como primera capa, empecé a aplicar más
intensidad en el color. El
proceso no se quedó ahí, porque precisamente, un ebanista retira el barniz
recién aplicado con una gama de instrumentos, desde cepillos, hasta un manojo
de telas o tejidos, que dejan o crean una textura al retirar el exceso. Comprendiendo que así logran un trabajo de
acabado en madera, hice algo similar en acuarela y tras aplicar color en tono
más intenso, tomaba un pincel seco y retiraba un poco la
pintura aplicada, en movimientos largos y sueltos, de extremo a extremo de las
puertas, ¡El resultado fue excelente! Logré
algo más que un color aplicado, se creó todo una textura en acuarela, y la
clave fue entender el proceso de crear o lograr un acabado en la vida
real.
Este pequeño consejo les puede ser útil en
una infinidad de casos. Es importante
recordar que el buen arte siempre tiene consigo una forma de interpretación muy
particular y definida. Esto quiere decir que hacer buena arte, es saber
interpretar de una manera personal y para hacer esto, se requiere comprender
los elementos que uno va a traducir en su propia forma y estética en el papel o
cualquier otro material, con la técnica elegida. En este caso, este
espacio interior en acuarela, me demostró, que cuando las puertas se abren,
todas las ideas y conocimientos toman forma. La clave es ir poco a poco, paso a paso, hasta
armar el escenario y colocar los mejores detalles entendiendo la esencia de lo
que estamos pintando Que tengan también puertas abiertas para su creatividad,
talento y deseos
Melissa G.
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